Con ocasión del lanzamiento del Master en Fintech y Business Analytics hemos conversado con Cléo Bottin, originariamente de Bélgica pero actualmente viviendo en los Países Bajos, dónde trabaja como consultora especializada en la empresa FinTech HighRadius. HighRadius ofrece servicios integrados de gestión de tesorería y procesado de pedidos, basados en inteligencia artificial (IA) y machine learning.
Cléo es ex-alumna de un Master de EADA y está titulada en Economía y Administración, además de contar con un máster en Auditoría y Análisis Financiero. Los últimos ocho años, ha vivido en seis países diferentes y está convencida de que su actitud positiva y su concienciación multicultural le ayudarán a alcanzar sus objetivos profesionales.

Háblanos un poco de la empresa donde trabajas ahora, HighRadius.
HighRadius es una start-up de software as a service (SaaS) con sede en Houston, Texas. Es la empresa líder en software basado en IA para procesamiento de pedidos y gestión de tesorería. A principios de 2020, la compañía alcanzó el estatus de empresa unicornio con 125 millones de dólares en inversiones. En la actualidad HighRadius cuenta con más de 400 clientes, incluyendo a más de 200 compañías de la lista Forbes Global 2000 como Walmart, Nike o Sony.
¿Puedes explicarnos cuáles son tus responsabilidades en el día a día?
El valor que HighRadius aporta al mercado consiste en ayudar a las empresas a agilizar sus procesos de procesamiento de pedidos, o procesos order-to-cash (OTC). Estos procesos empiezan cuando un cliente hace un pedido, y finalizan cuando la empresa lo cobra. Para alcanzar este objetivo, distintos módulos de HighRadius trabajan en conjunción.

Yo formo parte del equipo de crédito, por lo que me centro en el inicio del proceso OTC asignando a cada cliente un límite de crédito y acelerando su incorporación al mismo. Asignar unas líneas de crédito óptimas implica minimizar la exposición de los clientes al tiempo que se maximizan sus ingresos. Para explicarlo de manera sencilla, se trata de no poner en riesgo a tu cliente aconsejándole que preste dinero a perfiles de alto riesgo (riesgo de impago), pero también quieres que sus clientes dispongan de unas líneas de crédito suficientemente importantes, para que gasten. En este trade-off, la IA y el machine learning ofrecen una clara ventaja competitiva.
Desde mi punto de vista, el sector de las FinTech encarna el futuro - mi objetivo era formar parte de esta nueva generación de empresas.
¿Qué fue lo que te atrajo al campo de las FinTech?
Quería progresar en un sector joven y de rápido crecimiento, donde mi carrera pudiera avanzar con rapidez trabajando con las últimas tecnologías. Desde mi punto de vista, el sector de las FinTech encarna el futuro. Todos hemos vivido cómo diferentes start-ups del sector han tenido un impacto en nuestras vidas, piensa en la última vez que usaste PayPal o RobinHood... Esto es sólo la punta del iceberg, pero hay todo un ecosistema B2B que está viviendo cambios radicales: los pagos vía móvil, las transferencias de dinero, los créditos, la recaudación de fondos o la gestión de activos. Ahora la gente puede no sólo acceder y gestionar una información que previamente no estaba disponible, también pueden hacerlo utilizando las últimas tecnologías y minimizando así los recursos en tiempo y de todo tipo.

Mi objetivo era formar parte de esta nueva generación de empresas. Desde mi punto de vista, las empresas y los empresarios nunca dejarán de buscar nuevas maneras de mejorar sus operaciones financieras, sus procesos y sus vidas. En parte porque esto es beneficioso en términos financieros, pero sobre todo por el hecho de que, al impulsar unos modelos de negocio completamente nuevos, las empresas FinTech también satisfacen unas necesidades que hasta ahora no tenían respuesta, un segmento insuficientemente atendido, o prestan unos servicios mejores y/o más rápidos.
Tu trabajo actual, ¿de qué manera es diferente del mundo más tradicional de la consultoría tal como lo conociste desde tus responsabilidades anteriores en Deloitte?
En Deloitte formaba parte del equipo de Estrategia Global de Localización, que proporciona asesoría estratégica sobre dónde debe o no debe localizarse una empresa.
En retrospectiva, veo tres grandes diferencias entre el mundo de la consultoría y el de las start-ups tecnológicas:
1. Desarrollo de habilidades: Tras trabajar durante un cierto tiempo en una de las Big Four de la consultoría, adquieres el kit de herramientas genérico de los analistas: dominio de Excel, la capacidad de crear diapositivas a gran velocidad, un conocimiento general de múltiples sectores, etc. En cambio, en una start-up tecnológica te especializas mucho más rápidamente en un área concreta de conocimientos: después de dos meses de formación en programación con HighRadius, he profundizado de una manera increíble en las especificidades del software de la empresa.

2. Relaciones con los clientes: Los proyectos tecnológicos suelen implicar unas relaciones de trabajo a largo plazo, que a menudo duran varios años, mientras que en consultoría tradicional sueles acabar un proyecto y pasas a otro. Además, los consultores en últimas tecnologías participan en todas las fases del desarrollo de un proyecto, incluyendo la implementación, y esto es muy poco habitual en el caso de los consultores estratégicos.

3. Equilibrio entre trabajo y vida privada: Los proyectos tecnológicos suelen tener unos plazos internos, frente a los plazos definidos por los clientes de la consultoría tradicional. En consecuencia, permiten una mayor flexibilidad y más control de tu propio tiempo. El entorno de las start-ups también fomenta que los empleados dispongan de tiempo para sus intereses y actividades fuera del trabajo, esto es algo que simplemente forma parte de la cultura del sector.

Muchas veces el cliente te ve como una experta en la materia, y te asignan tareas que te obligan a salir de tu zona de confort.

¿Cuál es la parte más difícil de tu trabajo?
Cuando empecé a trabajar en HighRadius, carecía de formación específica en tecnologías de la información, y no sabía ni la mitad de las cosas que sé ahora. Sin ninguna duda, la parte más difícil del trabajo es el aprendizaje constante que exige. Muchas veces el cliente te ve como una experta en la materia, y te asignan tareas que te obligan a salir de tu zona de confort. ¡Y ahí es cuando realmente entra en escena la filosofía de EADA de “aprender haciendo”!
Lo más importante que he aprendido en EADA es la metodología. En EADA no hay clases magistrales sino casos prácticos, por lo que he aprendido a deconstruir, analizar y encontrar las soluciones para (casi) cualquier problema empresarial. Esto me es de gran ayuda en mi trabajo actual, pero también aplico este enfoque a situaciones complejas de mi vida personal. Además, trabajo y colaboro con personas procedentes de todo el mundo, por lo que la concienciación multicultural que obtuve durante mi año en EADA tiene un valor incalculable. Creo que es uno de mis activos más importantes.
¿Hasta qué punto son importantes las habilidades blandas en tu trabajo?
El rol de un consultor tecnológico es hacer de puente entre desarrolladores y clientes, aunque ambas partes no compartan necesariamente la misma cultura, el mismo idioma o la misma manera de trabajar. En consecuencia, son esenciales las comunicaciones orales claras, las habilidades de escucha activa y la capacidad de trabajar con diferentes culturas.
Tanto en Deloitte como en HighRadius, nada más empezar tuve que asumir relaciones directas con los clientes. Gracias al tiempo que dediqué al aprendizaje de habilidades blandas en el Centro de Formación Residencial en Collbató he obtenido las habilidades interpersonales requeridas y la seguridad para ofrecer presentaciones eficientes (o sesiones de Zoom en la actualidad) ante las personas que realmente toman las decisiones.