Treinta profesionales del sector biofarmacéutico —directivos de marketing, ventas, unidades de negocio, market access, dirección general y empresas de servicios— se reunieron para la segunda edición del EADA Pharma Day, en EADA Business School, para una jornada de reflexión y aprendizaje compartido con el que la escuela consolida su papel como institución educativa de referencia para los profesionales del sector de la salud, con programas que integran formación en liderazgo, marketing y acceso al mercado farmacéutico.
A través de cuatro retos clave, los participantes exploraron el impacto de la inteligencia artificial, la evolución hacia la salud personalizada, las nuevas competencias que exige el futuro del sector y la importancia de la colaboración multidisciplinar. Una jornada, en suma, que estuvo en línea con la visión de EADA y con programas como el Máster en Marketing Farmacéutico y el Programa de Market Access, que preparan a los líderes que impulsarán la transformación del sector.
En un momento en que la innovación redefine los límites de la ciencia y la gestión, la industria farmacéutica se encuentra inmersa en una transformación profunda. La irrupción de la inteligencia artificial, la medicina personalizada y los nuevos modelos de trabajo colaborativo están remodelando el sector a una velocidad sin precedentes. Pero, más allá de la tecnología, el verdadero desafío radica en integrar la ética, el liderazgo y el talento humano como ejes de una transformación sostenible y con propósito.
La inteligencia artificial como motor de cambio
La IA está ayudando a acelerar la investigación, mejorar la toma de decisiones y aumentar la eficiencia en toda la cadena de valor del sector. Desde el descubrimiento de moléculas y fármacos hasta la relación con médicos y pacientes, la inteligencia artificial ya está acelerando los procesos de investigación y ayudando a diseñar estrategias más eficientes en toda la cadena de valor.
Como demuestran iniciativas como las de Insilico Medicine y Exscientia, hay empresas que ya están utilizando algoritmos capaces de identificar posibles candidatos a fármacos en un tiempo récord, para demostrar que la capacidad de procesar y correlacionar datos puede acortar años de investigación. Asimismo, en la fase clínica, la IA permite predecir mejor dónde reclutar pacientes o detectar efectos adversos antes de que sean un problema mayor.
Sin embargo, esta revolución tecnológica solo será efectiva si se apoya en tres pilares fundamentales: la calidad de los datos, el liderazgo y la ética. El dato se ha convertido en el nuevo oro del sector, pero su valor depende de su fiabilidad, accesibilidad y correcta gestión. La fragmentación de la información entre instituciones sanitarias, como ocurre entre el Hospital Clínic y el Hospital Vall d’Hebron, evidencia lo mucho que queda por avanzar hacia un ecosistema de datos compartido.
El liderazgo también emerge como elemento determinante. No se trata de incorporar herramientas de IA de forma aislada, sino de impulsar un cambio organizacional que impregne toda la cultura corporativa. El liderazgo debe partir desde la alta dirección —incluso con figuras específicas dedicadas a la IA— para definir una visión clara de cómo la tecnología puede acompañar el propósito de la organización.
Y, por encima de todo, la ética se mantiene como un principio innegociable. La IA debe operar con transparencia, evitar sesgos y garantizar la privacidad y la seguridad de los datos. Es fundamental que la supervisión humana esté siempre presente: la IA ayuda, pero no decide sola en temas críticos.
La medicina personalizada y la revolución del paciente
La medicina personalizada se perfila como la siguiente gran revolución sanitaria. Frente a un sistema tradicional fragmentado y poco ágil, este nuevo modelo sitúa al paciente en el centro y apuesta por una visión preventiva e integral de la salud. Se trata de anticiparse a las enfermedades mediante el análisis genético, la monitorización constante y la interpretación inteligente de datos clínicos y de estilo de vida.
Los avances científicos y digitales permiten diagnósticos más precisos y tratamientos cada vez más ajustados a las necesidades de los pacientes. Los wearables —relojes, sensores de sueño, medidores de glucosa— proporcionan una “fotografía viva” del bienestar de las personas, mientras que la IA ayuda a detectar patrones que permiten personalizar tratamientos. Al mismo tiempo, los avances científicos y digitales abren la puerta a diagnósticos más precisos y tratamientos adaptados al paciente.
Los expertos coinciden, no obstante, en que los retos son tan grandes como las oportunidades. La fragmentación de datos clínicos, genómicos y conductuales es uno de los mayores obstáculos. La mentalidad tradicional, tanto de pacientes como de profesionales, dificulta la adopción de nuevas prácticas. Incluso en la formación universitaria, la hiperespecialización sigue limitando la mirada integral que requiere la medicina del futuro.
Durante la sesión se citó el ejemplo de un test genético para artrosis recibido inicialmente con escepticismo por parte del colectivo médico, lo que evidencia la resistencia cultural al cambio. Y, sin embargo, el potencial es inmenso: si los datos se integran y se gestionan de forma ética y segura, la medicina personalizada permitirá optimizar recursos, mejorar resultados y liberar tiempo para que el profesional vuelva a lo esencial: escuchar y conectar con el paciente.
Este modelo encarna las cuatro “P” que marcan el futuro de la salud: predictiva, preventiva, personalizada y participativa. Un horizonte posible gracias a la tecnología, pero también a un cambio de mentalidad que haga corresponsable al paciente de su bienestar y a los profesionales de su acompañamiento.
Nuevos roles y liderazgo en la industria farmacéutica
La transformación tecnológica también está redefiniendo los perfiles profesionales dentro del sector farmacéutico. Más que desaparecer, los roles tradicionales están evolucionando para adaptarse a un entorno donde la información, la regulación y la personalización son claves.
Los equipos comerciales y de marketing evolucionan hacia un modelo más colaborativo y orientado al valor, donde la comunicación y la empatía son tan importantes como los datos. Los nuevos perfiles, como los Product Managers o los KAM, combinan visión estratégica, comunicación y gestión de datos para aportar valor real al paciente.
Este perfil utiliza la inteligencia artificial para identificar tendencias, analizar distintos escenarios y orientar la toma de decisiones, mientras que el Market Access Manager refuerza su papel como puente entre la innovación, la regulación y la sostenibilidad del sistema sanitario. Su labor se apoya cada vez más en datos reales y herramientas predictivas que ayudan a diseñar nuevas fórmulas de financiación basadas en resultados.
En este contexto, las habilidades técnicas ya no son suficientes. El sector necesita profesionales capaces de combinar análisis y pensamiento estratégico con empatía, adaptabilidad y visión humana. La cuestión clave que surge es cómo mantener esa “chispa” genuinamente humana que seguirá marcando la diferencia en un entorno cada vez más automatizado y digital.
Equipos multidisciplinares: colaboración y confianza
La innovación nace en la intersección de saberes, experiencias y visiones diversas. Por ello, los equipos multidisciplinares se consolidan como una de las claves del futuro farmacéutico. Integrar perfiles de marketing, desarrollo, operaciones, legal o recursos humanos permite acelerar los proyectos, mejorar la comunicación interna y conectar mejor con el propósito organizacional.
Pero el éxito de estos equipos no es automático. Requiere una dirección comprometida que promueva la colaboración real, con respaldo visible y recursos adecuados. Significa otorgar autonomía y confianza a los profesionales, evitar la microgestión y asegurar que los roles y responsabilidades estén claramente definidos.
Un caso práctico lo ejemplifica bien: una compañía, Anchilini, que pasó de trabajar de forma aislada a construir una auténtica cultura de equipo bajo el lema “win as one”. El cambio no fue sencillo y obligó a dejar atrás viejas dinámicas, pero dio como resultado una organización más cohesionada, colaborativa y eficiente.
En este tipo de procesos, las metodologías ágiles y el trabajo por fases se convierten en buenos aliados para avanzar de manera ordenada y flexible. Contar con indicadores compartidos permite valorar el éxito de los equipos en conjunto y no solo por áreas. Al final, lo que realmente marca la diferencia es mantener el foco en las personas: motivarlas, formarlas, fomentar la empatía y ejercer un liderazgo que genere confianza.
Transformar desde las personas, la ética y la tecnología
El futuro del sector farmacéutico dependerá de cuánta tecnología adopte, pero también de cómo la integre y de quién la lidere. La verdadera innovación ocurre cuando las personas, los datos y la ética avanzan en la misma dirección.
La inteligencia artificial, la medicina personalizada y la colaboración multidisciplinar ofrecen oportunidades inmensas para mejorar la salud y la calidad de vida. Pero solo serán transformadoras si se sustentan en una cultura de confianza, colaboración y propósito. La tecnología puede acelerar procesos y abrir nuevos horizontes, pero la responsabilidad última sigue siendo humana.
En un entorno que cambia más rápido que nunca, el liderazgo del futuro será aquel que sepa combinar rigor científico con sensibilidad ética, visión estratégica con empatía, y que entienda que la transformación más profunda no es tecnológica, sino cultural. Porque transformar la industria farmacéutica —como cualquier otra— empieza siempre por transformar la forma en que entendemos a las personas.
Por ello, desde EADA acompañamos estos procesos de cambio a través de programas que combinan conocimiento técnico con liderazgo y visión estratégica. Nuestro objetivo es que los profesionales del sector de la salud integren la innovación con el propósito y la gestión de equipos diversos.
La transformación de la industria farmacéutica exige nuevas competencias, liderazgo ético y colaboración entre disciplinas. Iniciativas como el EADA Pharma Day refuerzan el compromiso de EADA Business School con el desarrollo de profesionales capaces de impulsar esta evolución desde la ciencia, la gestión y las personas.
Los programas de Marketing Farmacéutico y Market Access son un ejemplo de cómo EADA prepara a los líderes del cambio en un sector clave para el bienestar y la sostenibilidad del sistema sanitario.