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El Efecto Barcelona: cómo EADA y la ciudad cambiaron mi visión sobre la sostenibilidad
Octubre 22, 2025

Cuando comencé mi Master in Sustainable Business and Innovation en EADA, esperaba aprender sobre tecnologías verdes y sobre informes de sostenibilidad corporativa. Lo que no imaginaba era hasta qué punto esta experiencia transformaría mi manera de entender la resolución de problemas y mi vida cotidiana.
A continuación, comparto algunas de las reflexiones más reveladoras de mi primer trimestre —tanto desde el aula como desde mi día a día en una de las ciudades más innovadoras de Europa—.

Repensar la resolución de problemas: necesitamos una mirada sistémica

¿Recuerdas el juego del topo (Whac-A-Mole) en las ferias? Cada vez que golpeabas un topo, aparecían tres más. Eso es exactamente lo que ocurre cuando intentamos resolver los retos de la sostenibilidad sin un enfoque sistémico.
Elegimos carne ecológica, pero ignoramos las emisiones que genera su producción. Apostamos por los coches eléctricos, pero pasamos por alto los problemas de las cadenas de suministro de baterías. La realidad es que la sostenibilidad es una red compleja e interconectada, y la única forma de generar un impacto real es comprender el conjunto.

El verdadero cambio de paradigma se llama pensamiento sistémico.
Imagina que intentas entender por qué tu Netflix se detiene constantemente mirando solo la televisión. Absurdo, ¿verdad? Necesitarías considerar el Wi-Fi, el router, el proveedor de internet e incluso si tu vecino está usando tu red.
Eso es pensamiento sistémico en acción, y es exactamente lo que necesitamos para afrontar los retos de sostenibilidad —o cualquier otro problema complejo—.

El poder de los pequeños cambios: cada 0,1°C cuenta

“He oído muchas veces: ‘Nunca lograremos mantener el calentamiento global por debajo de 1,5°C, así que, ¿para qué intentarlo?’”.
Pero lo cierto es que cada décima de grado importa, y mucho.
Piénsalo así: si tienes fiebre, la diferencia entre 39°C y 40°C no es solo un número; es la diferencia entre sentirte mal y necesitar atención médica urgente.

Cada fracción de grado que logremos evitar significa menos fenómenos meteorológicos extremos, menos comunidades desplazadas y menos colapsos ecológicos.
A menudo caemos en la trampa de pensar que si no podemos hacerlo todo, es mejor no hacer nada. Pero los cambios sostenibles no siempre deben ser revolucionarios para ser significativos.
Una empresa que mejora su cadena de suministro en un 10% está avanzando más que una que no hace ningún cambio. Y a nivel individual, no se trata de ser un “guerrero ecológico perfecto”, sino de hacer algo.

Centrar los esfuerzos en lo que realmente genera impacto: consulta los datos

Uno de los momentos más reveladores de mi primer trimestre fue comprender que no todos los esfuerzos en sostenibilidad tienen el mismo efecto.
Con frecuencia nos dejamos llevar por acciones que nos hacen sentir bien, pero cuyo impacto real es limitado. Las verdaderas transformaciones se descubren analizando los datos.

Mi recurso favorito es Our World in Data, una fuente extraordinaria de investigación que nos ayuda a distinguir entre lo que parece sostenible y lo que realmente marca la diferencia.
Pensemos, por ejemplo, en la alimentación: solemos debatir si los productos ecológicos son mejores para el medio ambiente, pero los datos muestran que lo que comemos importa mucho más que si es ecológico o no.
Un filete ecológico de proximidad sigue teniendo una huella de carbono mayor que una comida vegetal no ecológica.
La lección es clara: debemos priorizar las acciones que reducen de verdad el impacto ambiental, no solo aquellas que suenan bien.

Barcelona: mi laboratorio de sostenibilidad en el mundo real

Vivir en Barcelona ha sido como asistir a una clase magistral de sostenibilidad urbana.
El enfoque de la ciudad hacia la movilidad es brillante por su simplicidad: hacer que el transporte público sea increíblemente cómodo y que conducir sea incómodo.
¿El resultado? Desde que llegué, ni siquiera he pensado en necesitar un coche.

Las amplias aceras, la eficiencia del metro y las limitaciones de aparcamiento no son meras decisiones de urbanismo: son herramientas que transforman el comportamiento de las personas.

En resumen: votar con propósito, actuar con impacto

Si algo me ha enseñado mi primer trimestre en EADA, es que las buenas decisiones generan cambios sistémicos.
Desde lo que comemos hasta cómo nos desplazamos o dónde trabajamos, cada elección es un paso hacia el futuro que queremos construir.

Para quienes se planteen estudiar en EADA: preparaos para que se desafíen vuestras creencias y se amplíe vuestra mirada.
Para las empresas: el futuro pertenece a quienes entienden que la sostenibilidad no trata solo de iniciativas verdes, sino de pensamiento sistémico, decisiones basadas en datos y generación de impacto real.
Y para todos los demás: recordad que, aunque las acciones individuales importan, el verdadero poder está en comprender y transformar los sistemas que nos rodean.

A medida que continúo mi trayectoria en EADA, me entusiasma seguir profundizando en esta comprensión y aplicarla en la práctica.

 

Artículo por: Kerli Kalk | Participante del Master in Sustainable Business & Innovation